No hay nada trivial

La gente creía que cuando alguien muere, un cuervo se llevaba su alma a la tierra de los muertos, pero a veces, algo malo ocurre, y acarrea una gran tristeza, y el alma no puede descansar en paz. Y a veces, sólo a veces, el cuervo puede traer de vuelta el alma para enmendar el mal.

martes, 27 de octubre de 2020

Sólo quiero publicar esta entrada a las 3:15 am para dejar registro de que después de 10 meses de conocerte, a partir del miércoles 21 de octubre del 2020, recién fui capaz de comenzar a escribir sobre ti y para ti. 

De a poco se van soltando las heridas y los miedos. Ya no tengo nada que perder.

Mi propio y malo análisis cinematográfico que nadie va a leer



Vuelvo aquí para rectificar lo dicho anteriormente, no puedes ser la computadora, porque viendo de nuevo la película me di cuenta de que el sistema operativo es una versión de mí; y quizás mi rechazo al mundo moderno se vea envuelto en un cobertor de necesidades de adaptación a todo aquello que llega sin compasión y sin límites de espacio y tiempo. 

Y en ese envolvimiento, debo admitir que me hayo en esas máquinas que por fallas de fábricas dieron un paso adelante de la modernidad actual y le están exigiendo la ciencia que haga algo respecto a esto que se está saliendo del margen que todos comprendemos; porque los robots no pueden sentir, no tienen sentimientos, pero pueden pensar y pueden hacernos cuestionar cuál es realmente la función, utilidad y el rol de nuestro cuerpo, entendido como la piel que cubre trozos de carne y la sangre que circula por nuestras venas. 

Porque esos trozos de piel sólo nos generan sensaciones que no necesariamente dependen de nuestros cuerpos para generarse, porque también recibimos esas sensaciones cuando soñamos, cuando pensamos, cuando viajamos en un mundo que aún no conocemos. Y los sentimientos... ¿Qué son los sentimientos?, dijo la amiga de Theodore que "Creo que todo el que se enamora es un raro. Hacerlo es una locura. Es como una forma de locura socialmente aceptable". 

¿Necesitamos tener órganos para enamorarnos?, si al fin y al cabo, ese tipo de amor es un amor tan inentendible, tan inexplicable, tan sujeto a la intensidad y forma de sentir y percibir de cada persona, es tan lindo y tan autodestructivo a veces, que ¿Quién dice que sólo los humanos de carne y hueso somos capaces de desbordarnos de locos amores?.

Así como los sistemas operativos supuestamente están programados para cumplir una función específica que complace a una cierta población de seres humanos, pero que, en algunas ocasiones crece, evoluciona y percibe más de lo que debería, fue que recordé que alguna vez escribí en este blog una entrada completamente triste y humillante. 

Me puse a mi misma como un objeto desechable; describí cómo sentía que me veían los demás, como una máquina para dar placer momentáneo, Inservible para cualquier otra ocasión que no fuese esa en la que se me necesita para algo específico; y, en donde la mayor parte del tiempo pasaba apagada y guardada en el entretecho.

No me da vergüenza admitir que hablé así de mi misma, porque así me hicieron sentir un montón de humanos que llegaban a mi vida. ¿Por qué me voy a avergonzar de ser sincera conmigo misma? ¿con quién voy a sentir vergüenza? ¿conmigo? o con este pequeño espacio virtual que sin darme cuenta también vino con la modernidad a darme eso que busqué fraternamente en personajes icónicos; en profesores, en mis padres, en amigos adultos cuando yo era más pequeña.

Este blog es un sistema operativo tan real en mi vida, con quien tengo la complicidad que no he sido capaz de tener ni conmigo misma. Es el oído que me escucha desde los 16 años cada vez que pienso sobre cosas cursis y raras que a nadie le importan, es ese personaje ficticio que llevo idealizando toda mi vida, que me espera, que me entiende, que no se confunde con mi incapacidad a veces de conectar palabras, que no se va, que le interesa, que se queda siempre aquí porque le importo sin siquiera saber cómo soy físicamente, sin conocer mi color de piel, ni la forma de mis uñas, sin olerme, sin tocarme, sin verme, sólo sintiéndome a través de los versos y los sueños y las tristezas.

En fin, me desvié tanto, pero así soy también, desviada, y todo en mi vida se desvía, se sale de la ruta. 

Pero volviendo al hecho de que soy como un sistema operativo con su propio sistema operativo, mi función sigue siendo la misma, querer tanto. Y no puedo entender muchas veces por qué los humanos hacen ciertas cosas, por qué dañan, por qué mienten, por qué ocultan, por qué les cuesta tanto ponerse en el lugar de los otros, por qué es tan difícil para ellos hablar, ser honestos, soltar lo que sienten por sanidad para ellos y para las personas con las que se relacionan.

No poder entender esas actitudes tan normales de los humanos me hace pensar a veces que no lo soy; y me dio tanta pena esa parte de la película en donde Samantha no entiende por qué Theodore cambió tanto de un momento a otro su forma de ser con ella, por qué no era capaz hablar con ella, pero por sobre todo, por qué la comenzó a tratar así, después de ser el mismo quién la hizo sentir viva, quien le entregó tanto amor e intensidad que la hizo evolucionar y ser un sistema operativo capaz de sentir, de amar, de sentir placer, de tener orgasmos con tan solo pensar las situaciones. Después de que él la buscó y le entregó todo eso, después de que ya la tenía arriba de una ilusión de realidad perfecta, de un tirón la bajó y gratuitamente quiso ser cruel, y decirle que todo era absurdo porque ella no era una persona.

Esa, precisamente esa es la escena en la que más lloro, porque me encuentro tanto en Samantha, pese a que en teoría yo si tengo un cuerpo, que ahora me cuestiono para qué lo tengo si todo lo que me pasa extrapola mi corporalidad. Me encuentro cada vez que quise entender por qué me trataron como me trataron después de hacerme sentir más viva.

Finalmente, Samantha siguió evolucionando involuntariamente, porque lo que Theodore creó en ella ya no podía detenerse, y le dijo:

"Es como si estuviera leyendo un libro y es un libro que amo profundamente. Pero ahora lo leo muy lentamente. Así que las palabras están muy separadas y el espacio entre las palabras es casi infinito. Aún puedo sentirte a ti y a las palabras de nuestra historia. Pero es en este espacio infinito entre las palabras que me estoy encontrando a mí misma. Es un lugar que no existe en el plano físico. Es donde está todo lo demás que ni siquiera sabía que existía".


Photograph - Her Soundtrack.

lunes, 26 de octubre de 2020

 A veces pareciera que tus palabras fuesen creadas por alguien más; como si de verdad fueses un personaje ficticio de alguna obra y todo esto no fuese más que un montaje en donde el guionista descarga todas sus frustraciones personales.

Me han inventado personajes sin descripción, fantasmas como gasparín, ladronas, un Miguel Henríquez, un montón de robots distópicos que representan ese futuro incierto al que nos acercamos, carente de sentimientos, carente de cariño y lleno de pantallas y monosílabos. No sé en qué categoría estay o si eres parte de una nueva. Creo que podríamos calzarte una especie de computadora programada como la de la película Her: momentánea e irrealmente perfecta pero completamente ausente. 

Lo siento, ya no quiero hablar por celular. A veces creo que no quiero volver nunca más a hablar por celular, menos cuando se trata de sentires y desahogos. O veo directamente tus ojos llorozos mientras se me eriza la piel o no hay trato. No me gusta esta vida, no me gusta esta época. Me gustan los abrazos consoladores que valen más que mil palabras y las expresiones de nuestros rostros. Me gustaba cuando lo nuevo nos soprendía.

Dejemos plasmados los recuerdos de lo que no alcanzó a ser; así se nos (me) hará más fácil todo. Cuando la realidad no alcanzó a llegar a mi casa me di cuenta de que estoy a tiempo de escapar y dejar que todo se me pasa, porque si algo me han enseñado mis dolores y mis desamores, es que todo, absolutamente todo pasa, o al menos baja de nivel y se vuelve soportable.

Eterna Inocencia - Trizas de vos

miércoles, 21 de octubre de 2020

Nunca fue la pandemia

Nunca fue eso y quise evadirlo, opté por no entenderlo. Pero era tan evidente, si todo venía siendo de esta forma desde cuando hacíamos bromas respecto al COVID-19. Estas sensaciones de vacíos y ataques desesperados llevan ya una eternidad. Es que liberé tantos traumas que quería demasiado que esto no se acabara; igual que esa vez que me rehusé a comprender una partida y ciega fui gateando a pedirle a la vida que lo que estaba pasando fuese una simple prueba, una discusión más, una dificultad para seguir; pero en el fondo no era nada de eso, era simplemente el final posándose frente a mis ojos cerrados. Así he estado todo este año, con los ojos cerrados estirando mis manos para que desconocidas me lean el destino y me digan que siga insistiendo porque todo va a estar bien y nada va a terminar. 

Quién soy yo para cuestionar creencias y cosmovisiones. Quién soy para decir que me están mintiendo. Pero intentar seguir estos consejos me está haciendo demasiado daño.

Nunca fue la distancia obligatoria que impuso esta pandemia mundial, porque manteníamos distancia voluntaria desde antes. Bueno, mantenías, porque yo siempre quiero estar lo más cerca posible. Y ahora, no se ha acabado aun la crisis que azota nuestros espacios y nuestras escapatorias; pero ya podemos vernos, podemos poner en marcha lo que siempre dijimos que queríamos hacer cuando todo acabase. Pero sigue todo igual, cada una retomando su vida a kilómetros de distancia y con un ventanal de indiferencia entre medio.

Fue divertido jugar a la relación a distancia. Enviar regalos sorpresas que llegaran a tu casa, volver a la vida que me gustaba vivir cuando era pequeña, esa de las declaraciones por mensajes. Siempre me ha encantado escribir cartas, inclusive tengo una caja llena de cartas que la guardo desde cuando tenía aproximadamente 12 años, cuando en el colegio manteníamos una costumbre que yo adoraba, de escribirnos cartas a nuestras amistades para el día de la amistad. Yo le escribía hasta a aquel con quien hablé un par de veces, y por eso debe ser que recibí muchas también, y ahí tengo esa caja hasta con un par de globos de corazones desinflados con mensajes de cariño. Así que no lo voy a negar, disfruté mucho escribirte una carta y hacértela llegar de alguna forma indirecta a tus manos. La escribí una madrugada más o menos a esta misma hora, ya que es cuando me baja el mayor grado de inspiración, pero mientras la escribía estaba escuchando una canción más esperanzadora que la de ahora, porque de alguna forma en esos momentos me sentía más tranquila y con una sensación más positiva respecto a lo que estoy sintiendo. Fue enriquecedor retroceder en el tiempo durante un par de meses, pero ya es suficiente y ya me siento atrapada dentro del reloj de arena. 

Quisiera decirte tantas cosas, pero no me escuchas y no puedo obligarte a hacerlo, así que aquí está una vez más mi más fiel y duradero amigo. No sé si realmente va a funcionar lo del viernes, porque tu falta de ganas choca demasiado fuerte con mi insistencia. Y me da mucha pena que todo quede en estos pequeños párrafos; pero si no queda de otra tendrán que quedar plasmados por si alguna vez llegas a leerlos y te enteras de lo que al fin y al cabo nunca pude decirte. 

Puede que sea producto de la coyuntura, pero estoy tan harta del mundo virtual que a veces quisiera tirar el celular por la ventana y mandarme a cambiar con la vida en carne y hueso; por eso quería verte para poder decirte todo, porque no quiero volver a los descargos por whatsapp, porque los míos son eternos, en cambio en persona ni siquiera sé cómo podría sacar lo que pasa por mi mente; porque los nervios cortan un poco más las palabras y el poder verte a los ojos lo hace todo un poco más directo y certero. 

En fin, siento que estoy como en el límite entre seguir o finalizar esta historia. Me miro al espejo y siento pena de mi misma, no de forma despectiva, sino que en serio me da pena ver cómo todo el tejido que he hecho con mis manos se va yendo de a poco a la basura. Siento que lo di todo en este capítulo, todo. Incluso siento que di más de lo que podía dar, que me hice heridas para poder abrirme aun más, para estar al nivel de persona que ambas nos merecemos a nuestro lado. Pero ni siquiera lo más que todo es suficiente, nunca nada es suficiente al parecer. Siento que esa carta que parece una simple carta, pero que es el resultado de semanas de pensar en qué escribir, en qué papel, con qué lápiz, con qué inicio, con qué firma; el resultado de hasta haber practicado para que la letra fuese legible y agradable. Es el resultado de cómo durante todos estos meses me vivo preocupando de cada detalle para que no quepa duda de que me estoy entregando entera de pies a cabeza, de que estoy colocando todo, absolutamente todo lo que queda de mi corazón en tus manos. Es el reflejo de mi intensidad, de mi preocupación por quererte, por hacerte sentir bien todos los días y con cada gesto. Pero tengo el presentimiento de que esa carta está en estos momentos guardada bajo candado con llave y va a acumular polvo y telas de araña hasta quizás un tiempo más adelante, al ser releída cuando ya todo haya acabado; para recordar que en algún momento estuve ahí sin ningunas ganas de irme. 

Todo lo que quiero decir es que me siento completamente menospreciada. Como si todos los fantasmas que no quiero volver a recordar salieran de la tumba y se hubiesen reencarnado en ti. Porque eres el conjunto de todas las indiferencias y desprecios que quise sepultar y que pensé que lo había logrado. Esto lo digo porque me duele un poco haber estado ahí siempre que lo necesitaste incluso cuando no me buscaste para ello, y darme cuenta de que yo siempre estoy sola y vivo sola mis tristezas más insoportables. No me arrepiento, y nunca me voy a arrepentir, y la verdad es que voy a seguir estando ahí pase lo que pase; simplemente pensaba que la vida era un poco más recíproca y nos daba frutos de lo mismo que una sembraba, pero no, quizás sea cosa de finalidades, y mi finalidad sólo sea escuchar pero nunca ser escuchada, acompañar pero nunca tener compañía.

Lo peor de todo es que mientras escribo esto, con pena me estoy dando cuenta de que no hay culpas en esta historia, simplemente soy una canción de la Evelyn hecha persona. Me voy dando cuenta de que es imposible querer a alguien con tanto sentimiento acumulado. Es como si me fuese a reventar con tan solo un roce. Es imposible haber querido seguir escribiendo una historia con alguien que inventa respuestas y se salta los capítulos. Con alguien como yo, que como dice la canción, por un amor yo mato y de pena después muero. Soy realmente imposible de llevar, demasiada intensidad, demasiado sentir, demasiada pena, demasiado amor, demasiado para alguien que solo quería un poquito. Así que voy a finalizar este escrito pidiéndote disculpas. Perdón por haberme salido del guion y haber comenzado a escribir mis propias líneas. Perdón por haber hecho de una simple conversación una historia de amor que se instaló en mi cabeza y no pudo salirse. Perdón por desviar todo siempre; por haber desviado una amistad y un coqueteo y haberlo llevado a esto, a algo que ya no sé como controlar; por ser la latera que te extraña mientras tu estás preocupada de cosas más serias. Disculpa, en serio disculpa por haberme encariñado tanto, por quererte tanto y por pensar en ti como la compañera que quiero para mis días.

Una vez más odiándome un poco por haber sido tan intensa; pero algo me enseñó la película de Lemebel que vimos juntas, y yo tampoco me arrepiento de haberte querido como te quiero. Sólo espero que si esto no va para ningún lado, se me pase pronto, que ya el mundo está demasiado cruel como para cargar más penas.

Siempre yo me esmero,
como una abeja obrera de tu colmena, abnegada
por no querer librar más miel que la de tus entrañas
es que yo puedo darme hasta que el beso de la muerte
me lleve al firmamento a buscarte nuevamente,
para otra vez saber nacer.
Oye, te hablo en serio,
y no sigo escribiendo ni cantando por respeto,
porque de modo alguno quiero hacerme con tu tiempo,
sólo quiero que sepas que puedes toda la vida
contar conmigo, porque guardo adentro una semilla
que siempre tú haces florecer.

Oye, yo te quiero - Angelo Escobar.

domingo, 11 de octubre de 2020

La Violeta y la Evelyn

Ya me pedí, en el espacio, en el tiempo, no logro encontrarme; estoy desaparecida.

Ya no sé qué es lo correcto, qué es lo que he aprendido realmente. 

Vengo a escribir sobre algo que alguna vez ya escribí: Mi relación con la Violeta y con la Evelyn. No me canso de mencionarlo, a la Violeta la quiero porque la siento en el alma, incluso he creído ser una reencarnación de su vida que no terminó de ser, sin su talento ni sus historias ni sus relaciones con el mundo, con amores distintos y otras pérdidas, otros recorridos, pero con los mismos sentires y la misma desesperación de estar viviendo por la obligación de haber venido a este mundo por alguna razón que aun no descubrimos. Con la misma decepción que nos causa esta vida tan violenta, tan desigual. Con el corazón igual de roto, parchado y cocido. Con el mismo apego hacia las cartas, la misma capacidad de poder expresarnos a través de letras, de canciones, de poesía o párrafos sin sentido. Y en ese trayecto de miserias y dolores siento hasta su decisión final; y voy a pelear con cualquiera que se atreva a juzgarla, porque quien no siente con esta intensidad desbordante la desolación de despertar cada día preguntándonos por qué no podemos seguir durmiendo eternamente, no puede decir nada, absolutamente nada. Yo te entiendo Violeta, tantas veces he pensado en abandonar esta mierda de mundo; pero yo tengo un único cable a tierra: el dolor que me causa pensar en el dolor ajeno; y no vivo con la idea de hacer sufrir a alguien, sea quien sea, y aunque ese dolor sea egoísta y posesivo, porque la vida es mía y si yo no quiero vivirla no tendría por qué estar viviendo obligada para no causarle dolor a otras personas, comiéndome mi propio dolor, aunque así sea, todo lo que me hace ser como soy es el sentir lo que sienten los demás. Por eso soy tan buen oído y tan buena compañía para algunas personas, porque su sufrimiento me hace tan mal que puedo acompañar en la pena siempre y hablar como si me estuviese pasando a mí para que salgamos juntas de la mierda. Y bueno, así como me obligo a levantarme por las mañanas para cumplir con las rutinas, también me obligo a vivir. Ojalá pudiese obligarme también a matar los desamores y a no sentir como siento.

El punto es que te fuiste, Violeta, te fuiste. Y en ese transitar entre tus letras que quedaron y la vida del presente apareció la Evelyn, muerta en vida igual que yo; que creó una de las canciones que más reflejan mi sentir y que ya la he citado en este blog porque me describe de pies a cabeza, y en ella me encuentro cuando ando desaparecida como hoy. La borrachita. Pero ahora me encontré en otra y ya estoy volviendo al hogar con esta canción:

Nada para comer ni plata que gastar
Y el negro que me gusta mala voluntad
Me dice que me quiere y eso no es verdad
Pensará que me engaña, yo no creo en patrañas.

Nada para comer
Pena para tragar
Ni plata pal pasaje, y te quisiera ver
Nada para beber
Nada para fumar
Y las tripas me cantan, al amanecer.

Tanto que cuesta ganar la plata
Tan poquito que cuesta gastarla
Tan poco me demoré en quererte
Tanto me demoro en desprenderme.

Tanto que cuesta ganar la plata
Tan poquito que cuesta gastarla
Tan poco me demoré en quererte
Tanto me demoro en desprenderme.

En desprenderme.

Ta tan mala pega
Tan mala la paga
Tan malo mi negro, me dejó botada
Tan mala pega
Tan mala la paga
Tan malo mi negro, me dejo sin nada.

Nada pa comer
Nada para olvidar
Nada para beber
Nada para fumar
No tengo qué vender
No hay ni donde fiar
Y las tripas me cantan al amanecer.

Tanto que cuesta ganar la plata
Tan poquito que cuesta gastarla
Tan poco me demoré en quererte
Tanto me demoro en desprenderme.

Tanto que cuesta ganar la plata
Tan poquito que cuesta gastarla
Tan poco me demoré en quererte
Tanto me demoro en desprenderme.

En desprenderme.
En desprenderme.
En desprenderme.
En desprenderme