No hay nada trivial

La gente creía que cuando alguien muere, un cuervo se llevaba su alma a la tierra de los muertos, pero a veces, algo malo ocurre, y acarrea una gran tristeza, y el alma no puede descansar en paz. Y a veces, sólo a veces, el cuervo puede traer de vuelta el alma para enmendar el mal.

domingo, 19 de abril de 2020

Nuestro refugio

Ser así como soy es más difícil en este contexto, porque no puedo apagar las pequeñas llamas de fuego que todas las mañanas se encienden dentro de mí, y que al anochecer se convierten en un incendio incontrolable. 

No puedo ser objetiva, ni tibia, ni capaz de soportar graves desastres. No me considero una sobreviviente de esta vida vacía y contaminada, porque sólo estoy viva por suerte, por la misma suerte por la que nunca me han tenido que operar, porque nunca me ha dado una enfermedad que me lleve, porque los dolores y los trastornos no han sido suficientes, porque sólo me han matado el alma, pero mi cuerpo sigue funcionando tal cual lo hizo siempre.

Este espacio es mío. Cómo no va a ser mío si sólo me importa a mí. Muy en el fondo siempre lo he tenido guardado para un único destino: mi muerte. Nunca he querido publicar mis escritos porque siento que son algo que sólo van a cobrar importancia después de que muera, porque aquí van a conocer mi vida, esa que nunca descubrieron cuando estuve aquí. 

Bueno y como es mío, tengo total libertar de mostrar mis más grandes debilidades. Y reconocer aquí y ahora, que sí, deseo que este sistema se caiga, que el presidente se muera, el ministro de salud sea colgado en una plaza pública y el pueblo se alce ante la victoria. Sí, lo he deseado siempre, pero ahora, ahora sólo puedo pensar en qué va a pasar si no se me pasa. Si es que no se me pasa nunca... que lo único que quiero en estos momentos tío, joder, es que alguien abra una botella de vino y se haga parte de este metro cuadrado que esconde mis borracheras y mis despedidas del mundo, que este lugar se convierta en su refugio favorito de estos días, de estos meses, para que cerremos los ojos y bajo largas noches de confidencia de repente despertemos y todo haya pasado, y alcemos una nueva copa para pedir que la vida vaya un poco más lento, porque ahora si podemos disfrutarla.

Matías Cena - Canción para ir al desierto