No hay nada trivial

La gente creía que cuando alguien muere, un cuervo se llevaba su alma a la tierra de los muertos, pero a veces, algo malo ocurre, y acarrea una gran tristeza, y el alma no puede descansar en paz. Y a veces, sólo a veces, el cuervo puede traer de vuelta el alma para enmendar el mal.

domingo, 6 de septiembre de 2015

El problema de todo es que no pertenezco a esta ciudad.

Nunca había sido tan certero el "no sé cómo empezar".
Pasó el tiempo, pasaron los días y yo sólo tengo clara una sóla cosa: las cosas no se devuelven. Las personas hacen daño porque están acostumbrados a que así es la vida, y a que mientras más mal haces, más feliz eres y más sencillas son las cosas.

Fueron noches eternas aquellas en las que no hice más que pensar en lo injusto que ha sido todo y en lo difícil que ha sido y sigue siendo encontrar esa pequeña llave que tan escondida está, esa que tiene la salida, el escape de toda esta mierda, de todo este encierro. Ahora todo es neutro, la insensibilidad se convirtió en mi peor secuela. Porque las pérdidas no me están doliendo y los triunfos no me están alegrando.

Me cuesta volver a escribir, creo que no tengo ganas de hablar de lo que pasó. Sólo quiero dejar constancia de que las personas son malas. Eso, sé que no todas, pero son poquísimas las que se salvan. La mayoría vive oculta bajo una máscara de consciencia social pero cada vez que pueden cagarse a una persona para satisacerse a ellos mismos lo hacen igual. Todas sus palabras bien elaboradas quedan estancadas cuando se trata no herir a quien nunca te dañaría.

Me fui a Tirúa. Se suponía que me iba por 2 días pero terminé quedándome toda la semana. Dejé mi celular en santiago. Fui a respirar, algo que no hacía hace ya bastante tiempo. Allá pensé tantas cosas, podía estar una tarde entera viendo la felicidad del Linco y el Cristobal mientras corrían por el campo y jugaban a la pelota. Yo sonreía mirándolos, jugando con ellos. Ese lugar realmete me vitaliza. En un comienzo pensé que no me haría tan bien volver al lugar en donde  la conocí. Pero en realidad la experiencia de ese voluntariado y la gente que además de ella conocí, es más bonita y más fuerte que todas mis penas. Así que sí, allá me olvidé de la vida.

Tengo un único deseo en estos momentos: terminar de estudiar y concretar las cosas que tengo que hacer en esta maldita ciudad para poder irme lejos, a penas todo acabe. Irme, porque este no es mi lugar y ya lo asumí.