Han pasado tantos segundos desde que comencé a narrar este cuento. No puedo creer que aún sigo aquí, sentada en esta cama, mirando hacia la nada, con los ojos cristalizados. ¿Es factible permitir que los días sigan manifestándose de esta forma? Me explico; todo parte fabulosamente hermoso, el sol sale a las 6:30 de la mañana, amarillo y radiante... con una luz tan potente capaz de cegar el corazón de todos los habitantes del mundo. Las nubes salen en un instante a hacerle compañía, a calmar el exceso de calor que nos entrega ese ente amarillo, a hacer que el día, sea más lindo aún, porque esa combinación de sol y nubes es... perfecta. No necesito andar desnuda ni tampoco con demasiada ropa. Un recorrido en bicicleta que me permite conocer cada aspecto del lugar en el que habito, junto con aquel viento que llega de topa y me empuja hacia atrás pero sólo porque no quiere que tropiece mientras avanzo. Un par de sonrisas que lo hacen todo mejor. Un personaje que sale desde mi interior, derribando todo, con orgullo y seguridad... pero que al llegar la noche se devuelve a su lugar, se esconde, se aparta... porque el sol y las nubes se han ido, y la luna no es la culpable, el cielo oscuro, ni las estrellas tampoco... es sólo que las cosas dejan de ser lindas por un simple comentario, una simple imagen, un recuerdo, reflexión, desliz, como sea que pueda llamarse... eso que apaga las energías que sin ninguna razón llegaron hacia ti.
Creo que cada vez que escribo termino expresando de una u otra manera que estoy cansada. En algún momento explotaré de rabia, de impotencia al aceptar que la vida me está obligando a sentir cosas que no quiero y a concluir que las cosas se me fueron en contra, y yo estoy aquí, siendo nadie.
Nabundearé - Nicole Bonout