Y en algún punto específico de la carrera, la vida me alcanzó. Al parecer, llegué demasiado lejos con mis ganas de salir volando, lejos, muy lejos; sin embargo sigo acá, no me he movido, pero mi cabeza ha viajado infinitamente a tantos lugares, ha soñado con tantos momentos, llegó lejos, muy lejos; tan lejos que en pocos segundos mis pies aterrizaron en la tierra con la convicción de que la única forma de alcanzar a mi cabeza y viajar con ella, es resistiendo, es venciendo.
No sé si estoy más o menos confundida que antes. La vida, LA VIDA está demasiado desordenada; y lo peor es que estoy tan acostumbrada al desorden que no me cuesta aceptarlo. Hay prendas desparramadas por todos lados. Me paseo desnuda de una habitación a otra, sin lograr conciliar mis deseos con el caos. Unas se han ido, otros han vuelto, unas me han hecho a un lado, otros me han integrado. Unas cosas he olvidado y otras he recordado. He vuelto mucho atrás, mucho, más de lo normal. Y aquí estoy, volví como quienes hacían y deshacían cuando se les daba la gana; pero no ha sido con intención. Quizás fue necesario este tiempo de repensar y endurecerme, no como quien se niega sentir, para nada, pero sí endureciendo el caparazón que esquiva lo que no es prioridad en este mundo; y ese proceso conlleva también el dejarme sentir, sin necesidad de explicarlo, sólo sintiendo.
QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE SUCEDEEEE CON LA VIDAAAAAAAAAA