Le debo unas disculpas a esta guerra y a mi equipo, conformado por mí misma, pues me he quedado sin armas para defenderme de los constantes ataques. Y no me queda de otra que rendirme, y entregarle mi esperanza al enemigo: el mañana.
De qué sirve seguir lamentándose, si las quejas y los llantos no conmoverán a nadie ni a nada, y las cosas sucederán igual, el final llegará de todas formas. Además, si realmente fuera un final, no te sabrías con exactitud la fecha.
Todo se torna tan extraño y mi vida aun no está apta para ser impresa.