No hay nada trivial

La gente creía que cuando alguien muere, un cuervo se llevaba su alma a la tierra de los muertos, pero a veces, algo malo ocurre, y acarrea una gran tristeza, y el alma no puede descansar en paz. Y a veces, sólo a veces, el cuervo puede traer de vuelta el alma para enmendar el mal.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Diciembre es como el mes del regreso, el reencuentro con la familia que alguna vez existió, con las amigas que estaban tan lejos, con las historias, con el amor, con el deseo. Diciembre es esa parte de nuestras vidas que nos lleva a ver a ese primo que no veíamos hace 8 años, es ese viento que nos muestra cómo han cambiado las cosas, como hemos crecido, como algunas vidas se separaron y otras se juntaron. Diciembre es el mes que me trae de vuelta aquí, porque toda la nostalgia que pudo mantenerse escondida durante todo el año, se desborda del escondiste porque hasta la fecha ya no cabe, ha crecido demasiado. Además, también es un mes confuso, a veces me alegra sólo por lo que trae consigo, en otras ocasiones lo odio porque me recuerda que ya no trae tantas cosas como antes. Hoy, sinceramente no sé qué es lo que siento por diciembre; mis emociones viajan en una montaña rusa; suben, bajan, se dan vueltas, quedan de cabeza, se frenan, me marean. Irónicamente diciembre también es el mes en donde más sola estoy -no de forma literal-, pero esta es la fecha exacta en donde mi vida finaliza la selección y filtro sobre ese grupo de personas que llegaron durante el año o aquellas que volvieron de años anteriores. Noviembre comienza a eliminar a aquellas que te hacen daño o que te quitan vida, y en diciembre ya no existen; en este mes sólo existe la gente que te revuelve el estómago de tantos buenos y sinceros momentos.

Demasiados reencuentros y demasiados desencuentros en tan poco tiempo.