No hay nada trivial

La gente creía que cuando alguien muere, un cuervo se llevaba su alma a la tierra de los muertos, pero a veces, algo malo ocurre, y acarrea una gran tristeza, y el alma no puede descansar en paz. Y a veces, sólo a veces, el cuervo puede traer de vuelta el alma para enmendar el mal.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Se puede caminar así

 Hace poco recuperé mis cuadernos; hoy los volví a leer; ahora puedo decir que lo que me da pena es de que no sé si ha valido la pena haber vivido todos estos años. 

No sé si he sido feliz alguna vez en mi vida. Tengo recuerdos maravillosos de mis años en el colegio, de cuando era pequeña, pero como lo mencioné muchas veces en mi cuaderno, queremos huir tanto del presente, y está siendo tan difícil vivirlo, que idealizamos el pasado y aunque también haya sufrido me hice la idea de que todo fue más fácil, todo fue menos triste. 

Pero no, ese tumor invencible lo vengo arrastrando desde que nací. Por eso es que siempre he estado flotando y nunca aprendí a caminar. 

Como me dijo la Machi, mi cabeza no para de funcionar desde 1994; y no deja de pensar nunca, ni siquiera cuando estoy concentrada en algo, siempre hay un costado de mi cerebro que está almacenando otro tipo de información, que está recordando, que está pensando en alguien, en algo que me gustaría que sucediera, en algo que ya sucedió y me atormenta la vida. 

Por eso me cuesta tanto poner atención, por eso soy tan distraída, por eso pierdo las cosas, por eso divago todo el día, camino con los ojos lagrimosos, paso de largo, me equivoco de recorridos, se me olvidan las cosas, no sé de qué me están hablando, me pierdo en las historias. 

A veces estoy escuchando a alguien y no soy capaz de definir en qué momento dejé de pensar en su historia y comencé a pensar en otra. 

Y sí, las cosas eran más fáciles porque había menos responsabilidades, quizás tenía más tiempo para llorar, más tiempo para sentir. Pero basta con volver en este mismo blog al 2010 y darme cuenta de que siempre escribía con pena, con desesperación, con sentimientos de vacío, con ganas de que todo pare o de dejar de vivir. Y como a los adultos nos encanta pasarnos a caca invalidando los sentimintos de los adolescentes, me veía tan patética tratando de sacarme la pena del corazón con versos flaytes y una ortografía digna de a quien todavía no le importan las reglas de la RAE. 

Me dan tantas ganas de abrazar a esa Natalia y decirle que es totalmente válido sentirse así, que no es una pendeja agrandá jugando al amor de teleserie. Tengo tantas ganas de viajar y decirle que con esos versos flaytes y mal escritos está comenzando a escribir su historia, su identidad. Porque esto es lo que soy, lo único que aprendí con el paso de los años fue a disminuir las faltas ortográficas y aceptar que la tristeza constante es parte de mí. Ganas de decirle que va a ser un camino largo y difícil, pero que la Natalia un poco más adulta va a tratar de hacer todo lo posible para que juntas reconstruyan ese corazón tan dañado que tienen, que vino fallado de fábrica y lo han roto más y más, porque nunca podremos sacarnos el corazón para dejar de sentir, pero sí podemos repararlo y seguir caminando aunque nos cueste un poquito más que al resto porque el daño ha sido tan grande que nunca va a quedar reparado cien por ciento. Pero decirle que se puede vivir así, con un órgano frágil, sólo que tenemos que aprender a cuidarlo mucho. 

Y que la idealización ha ido en esa eh... cómo no caer en estas trampas si mi cuerpo necesita cariño, si mi alma necesita ese calor que cuando llega me cuesta tanto dejarlo ir, porque fue rico sentirme abrigada por un par de días, que es prácticamente todo lo que duran esos pequeños episodios de lo que puede asemejarse a la felicidad. 

Matías Cena - Sales y salimos

No hay comentarios:

Publicar un comentario