¿Mejor compañía y confidente?
No hay. No quiero rebuscar palabras ni extender mis sentimientos en indirectas ni descargos, porque hay quienes lo merecen todo y quienes no merecen nada. Sólo sé que hoy, en este preciso momento, no quiero confiar en la gente; porque mienten; porque engañan; porque se dan cuenta de todo y aun así siguen sonriendo. Porque nada les importa, no miran hacia abajo, no comprenden, no sienten. A veces creo que nací en el contexto y la especie equivocada. Quizás debí ser un animal, perteneciente a un grupo fiel que de verdad aprecien lo que es el compañerismo. Yo no sé si los humanos conocen realmente ese significado. Estoy aburrida de decepcionarme; de seguir creyendo en ustedes, como si de verdad fuesen a cambiar; como si de verdad existiesen.
Desde hace días, que escucho una canción y me imagino el vientre de una mujer embarazada, el bebé formándose adentro; las células, el organismo. La conexión vital entre la madre y el o la hija. Tengo esa imagen grabada en mi cabeza: es el video del proceso de gestación. Hay colores; tonos rojos y rosados; matices anaranjados. Es como ese deseo interno de volver a nacer, de no querer algo más en la vida que volver a nacer, volver a ser un ser que no conoce el mundo que se le viene encima, y poder quizás conocer otra especie de personas, más sinceras, más compañeras, más honestas, más fraternas, más confiables.
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