No hay nada trivial

La gente creía que cuando alguien muere, un cuervo se llevaba su alma a la tierra de los muertos, pero a veces, algo malo ocurre, y acarrea una gran tristeza, y el alma no puede descansar en paz. Y a veces, sólo a veces, el cuervo puede traer de vuelta el alma para enmendar el mal.

jueves, 12 de noviembre de 2020

La figura hetero-masculina en la sexo-afectividad

 Mi primer beso lo di después de los 18 años. No lo di antes no porque no se presentaran oportunidades, sino que yo lo evitaba a toda costa. Estuve años explicando la excusa de que estaba esperando al hombre cis correcto (sí, hablaré del hombre cis porque en esos entonces yo no sabía que podían gustarme otro tipo de personas). Digo que era una excusa porque ni yo me la creía, de hecho, era tan falso que finalmente mi primer beso lo terminé dando borracha en la fiesta de una amiga con un tipo que apenas recuerdo su cara, sólo recuerdo que usaba una boina y con el que no hablé (tampoco quería) nunca más en la vida. 

Durante todo ese proceso de la pubertad hacia la adolescencia, mientras todes mis amigues ya conocían los besos, el sexo, el amor, las relaciones, los tríos, qué se yo, todo, yo vivía en una burbuja que me costó años romper. 

Nunca me gustó nadie realmente en el colegio. Aunque esto lo reconozco ahora, porque en el momento yo juraba estar enamorada de tipos que nunca me habían dirigido la palabra.

Por otro lado, odiaba a los hombres, especialmente a aquellos que querían algo conmigo. Odiaba provocar deseo en los hombres, porque no me gustaban ni me gustaban sus acosos, aunque fueran tiernos. Incluso cuando más pequeña aun, no soportaba que me molestaran con niños, y recuerdo que eso a los adultos les causaba gracia. Era gracioso ver a una niña pequeña rabiando porque la molestan con los niños y le dicen que le gusta un niño, pero yo le pedía en serio a mi mamá que no hiciera eso, porque lo único que conseguía era que los odiara sin que me hayan hecho nada malo.

Cuando iba más o menos en sexto básico, me vestía con pantalones anchos que me quedaban sueltos, llenos de bolsillos y poleras musculosas. Me gustaban los colores oscuros y salir a jugar a la pelota con los vecinos de mi prima. Era mi pasatiempo favorito. Hasta que a uno de esos vecinos, que era mayor que yo, se le ocurrió pedirme pololeo. Fue el primer niño que me pidió pololeo en mi vida. No lo hizo directamente sí, sino que le dijo a mi prima que me dijera, a lo que yo reaccioné pésimo. Le dije a mi prima que no y que no mil veces, porque ella me insistía para que yo aceptase. No, no y no, no me gusta, e incluso me provocaba asco pensar en la idea. Fue tanto el rechazo que sentí que decidí alejarme y nunca más fui a jugar a la pelota a ese pasaje.

Cuando iba entre séptimo y octavo básico, tuve varios pretendientes, no sé por qué, no era la bonita del colegio, en esos tiempos ya no me vestía "como niño" como me decían antes, pero era bien darks, tiempos de tribus urbanas y lo mío estaba entre lo pokemona y lo emo. Era flacuchenta como un palo; sinceramente, no tenía mucha gracia. Pero ahí estaban los par de pelotudos que me dificultaban la existencia con sus cartas de amor y acosos virtuales. No sé cómo explicar el rechazo que me provocaban. En esos tiempos igual me cuestioné sobre si estaba loca o era rara o qué, porque a mis amigas les gustaban esas cosas, les gustaban los cortejos y que los niños anduviesen detrás de ellas. A  mi me incomodaba, deseaba pasar desapercibida y que no se fijaran en mi. Pero para colmo, no sólo tuve pretendientes, sino que dos tipos (uno más grande que yo, y el otro de un curso menor) se obsesionaron conmigo, uno más que el otro. El que era mayor me mandaba a decir cosas con sus amigas, me mandaba regalos y cartas que nunca leí. Yo siempre le mandé a decir que no me gustaba y que dejara de molestarme. Una vez (de esto no estoy orgullosa), yo estaba en el casino haciendo la cola para el almuerzo cuando el aparece y me pasa una carta. Yo enfurecida la tomé y la rompí en frente de sus ojos botándola a la basura. Creo que sólo lo hice como mecanismo para ver si la crueldad lo hacía alejarse de mí, pero tampoco fue así. El otro niño, que era más chico, fue el peor de todos, de hecho ahora que comprendo más del mundo, puedo afirmar que sufrí acoso con él. No me dejaba tranquila, me seguía para todas partes, me agregaba a las redes sociales (sólo existía facebook) y se hacía cuentas nuevas cada vez que yo lo bloqueaba para volver a agregarme y mandarme mensajes. Con él también acudí a la crueldad para que me dejara tranquila. Creo que más de una vez le dije que me daba asco. Pero no había caso, siguió molestándome por harto tiempo.

Sin embargo, durante ese proceso medio raro en donde odiaba gustarle a los hombres, yo si me fijaba en algunos, de los que supuestamente estuve enamorada. Pero pertenecían todos a un mismo patrón: hombres imposibles (aunque suene irónico), muy mayores, hombres que apenas sabían de mi existencia, en fin, hombres que yo sabía que nunca se iban a fijar en mí y por eso los buscaba. Y sufrí por el Fabián, por el que me aprendí las canciones de Sin Bandera mientras el se las dedicaba a alguna cabra de su edad. Sufría por lo que yo misma buscaba. Por eso digo que vivía en una burbuja inquebrantable. 

Esta burbuja se hizo cada vez más dura. Ya por el 2010, mi círculo social cambió, en esos tiempos ya no era de ninguna tribu urbana, era grunger pasando a rockera de esas bien darks. Comencé a ir al babilon que era un antro donde hacían tocatas de bandas tributo, y bueno, ahí comencé a enamorarme de vocalistas, guitarristas, bateristas, bajistas y todo tipo de hombres que tenían como 10 años más que yo y que mostraban una cierta jerarquización, no por nada mis favoritos eran los vocalistas, los protagonistas, los más rockstar y engreídos. Digo me enamoré de varios porque de verdad perdí la cuenta de cuántos chascones me movieron el piso, pero de uno fue del que realmente estuve vuelta loca, y nunca pensé que escribiría ahora sobre él, porque lo digo en serio, me da tanta verguenza haber estado tanto tiempo sintiendo algo, fuera lo que fuera, por un weón tan aweonao como ese, pero en fin (perdón mi pérdida de protocolo). Bueno, esa burbuja se endureció de forma irreparable, porque pasé de fijarme en tipos imposibles pero al menos cercanos dentro del espacio tangible, a construir un mundo totalmente de fantasía, en donde me sumergí durante un largo tiempo en idealizaciones con personajes ficticios, entre cantantes famosos y sus intentos de imitación que nunca fueron imposibles pero en esos momentos así se veían.

Loquísima estuve. Me quedaba noches desvelada viendo videos de Sebastián Bach, de Shanon Hoon, Chris Cornell, Eddie Vedder, Jon Bon Jovi, etc. Vivía en un mundo irreal mientras en el que era real rechazaba a cualquier sujeto que quisiese algo conmigo. Esa fue mi eterna paradoja durante años, me aferraba de personajes mientras no existiesen, porque cuando se volvían de carne y hueso todo se desmoronaba y yo me alejaba. La mayoría, por no decir todos los hombres que dije que eran imposibles (excepto los que de verdad eran imposibles, como los famosos), volvieron en algún momento de mi línea de tiempo, con propuestas, con intenciones, dando vuelta toda mi historia y no po, a mi me gustaban cuando yo no les podía gustar a ellos, entonces cuando volvió a aparecer el Fabian, el primer amor de mi vida, el romántico que cantaba Sin bandera, que andaba en Skate y que era más mayor que yo de lo que yo creía porque había repetido, yo no hice más que reírme y retirarme del lugar. Cuando volvió a aparecer el Brian e incluso el mismo Nicolás (el aweonao del que me averguenzo), cuando el más imposible se posó frente a mí y comenzó a adquirir forma de cuerpo real, todos mis sentimientos y emociones se mezclaron y desaparecieron como un hielo derritiéndose. 

Fue así como llegué a darle mi primer beso a un cualquiera, y posterior a eso, a tener sexo por primera vez con otro cualquiera, y así fue como llegué a convertirme en una incertidumbre hecha persona. Ya después de eso me volví bien promiscua como decía mi mamá. Pero era extraño, es como si intentase ser uno más de ellos. Coleccionando anécdotas andaba. Mientras más perra era, más divertido era todo para mí. Ya en ese momento nadie me gustaba de verdad; no generé sentimientos por nadie durante todo ese tiempo que fueron prácticamente como tres años. Todo sólo era sexo y aventuras. Todo era parte de una comedia, todo era superficial, banal, a veces destructivo. 

¿Qué ha sido la figura hetero/masculina para mí?. Una paradoja. Algo que nunca deseé realmente. Pero que después de por fin descubrir un poco más de mundo y conocerme más a mí y lo que me gusta y lo que quiero, vino en busca de una segunda oportunidad y se la di. Aun ya sabiendo que me gustan las mujeres decidí dejar esa puerta abierta, por la cual entraron otro par de personajes icónicos. Y en esa pasarela de intentos hubo uno que logró mover un poco más en mí, pero de todas formas ellos siguen dejando espacios vacíos en mi vida. La figura masculina para mí representa el autosaboteo, el autoodio, la búsqueda insaciable del ego, de la aceptación. Me gustan los hombres porque yo les gusto. Como oí por ahí antes, no sé todavía si me gustan los hombres, pero sí sé que me gusta gustarles, a diferencia de años atrás, aunque con ciertos límites y ciertos filtros. Representa la superficialidad, la carne, lo fácil, lo inmediato, la aventura de viaje, el amor de verano, la relación que no es relación, el olvido rápido, el sufrimieto corto, la inestabilidad. 

Ese eterno pasaje lleno de malas decisiones que atentan contra mi integridad; ese puente colgante a punto de romperse. Eso representa, en términos sexo-afectivos. Porque en otros, representan cercanía; en ellos me contengo y en ellos me he encontrado. Por un tiempo fui como ellos, ahora pretendo ser todo lo contrario, y que ellos también sean lo contrario a ellos mismos.

Lana del Rey - Born to die

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