No hay nada trivial

La gente creía que cuando alguien muere, un cuervo se llevaba su alma a la tierra de los muertos, pero a veces, algo malo ocurre, y acarrea una gran tristeza, y el alma no puede descansar en paz. Y a veces, sólo a veces, el cuervo puede traer de vuelta el alma para enmendar el mal.

viernes, 28 de mayo de 2021

Que fuerte es el peso de la historia de tu linaje. Qué suerte aquellas personas que no cargan con traumas externos. Que suerte de quienes viven una vida sin sentir la acumulación infancias abusadas, arrebatadas o sumidas en la miseria. 

Qué fácil debería ser salir corriendo y armar mi vida sin importar esa historia que llevo arrastrando. Sin sentir culpas por cortar las cadenas que de alguna u otra forma crearon la persona que soy. Sin odiarme por abandonar a quienes no tuvieron el coraje de hacerlo y se quedaron cultivando las cenizas de todas esas malas pasadas. 

Siento como si en serio fuese yo la elegida para sentir todo lo que le hicieron mis antepasadas a mis padres y abuelos. Como si yo fuese ese punto de quiebre que ya no puede seguir trayendo más personas al mundo a quienes pasarle la mochila llena de traumas y sufrimientos, y por ende yo me quedo con esa mochila y me toca ver cómo deshacerme de ella.

Lo único que puedo prometer es que haré lo que pueda para que ese momento sea lo más consciente y respetuoso posible. 

Que duro es partir justo en el momento en que ya no sentía esos deseos de libertad. Que duro es tener que partir en búsqueda de sanación; tomarme a mi misma de la mano y llevarme a otro lugar donde pueda estar más protegida. Me siento como mi propia madre y padre a la vez; sola frente a un mundo que se me viene encima pero en donde definitivamente ya nadie más puede ayudarme. 

Quizás eso fue lo que debieron hacer todos y todas antes de decidir traernos al mundo. Que diferente sería todo si cada persona se preocupara de cuidarse a sí misma y lograr la sanidad mental antes de querer traer a alguien al mundo. Porque nos traen sin nuestro consentimiento y nos tiran toda su historia llena de traumas que ni ahora están dispuestos a trabajar.

Desde chica siempre soñaba con este momento. Pero lo soñaba diferente. De partida iba a ser a temprana edad, a los 18 más o menos, cuando estuviera en pleno goce de mis libertades enfrentado a las restricciones de mis padres. Lo imaginaba como una confrontación en donde no me importaba nada, yo sólo guardaba mis cosas y me iba a donde fuese. Lo soñaba como un momento de rebeldía que culminaría cuando ya disfrutase todo lo que tuviese que disfrutar, y después de ese período todos los humos se tranquilizarían y yo comenzaría a madurar y a valorar los momentos con mi familia y seres queridos. Como de película.

Pues me marcho recién a mis 26 años. Sin ningunas ganas de hacer locuras ni por libertades coartadas. Me voy a estar tranquila en otro lugar; donde pueda trabajar, concentrarme y tener una vida de adultos sin fantasmas atormentándome ni problemas que no están en mis manos. Me voy con pena, y con una intranquilidad inevitable por dejar a mi mamá. Aunque ella me diga que todo está bien; mi corazón sufre porque sabe que no lo está. También con un dolor gigante por dejar a mi bebé; que si bien no fue alguien a quien traje al mundo, sino a quien rescaté de este mundo, y aunque no la dejo sola porque queda para mi tranquilidad con el cariño y cuidado de mi mamá; la voy a echar tanto, pero tanto de menos; que no puedo ni imaginarlo. Cuando he salido por una semana de vacaciones se me hacen desesperantes los días sin ella. Ojalá los gatos tuviesen la capacidad de reconocer cuando uno hace ciertas cosas porque hay que hacerlas; para que no se olvide de mí y si en algún momento vuelvo a dormir aquí haga como si nada pasara y se venga a acostar conmigo como siempre.


Que fácil debe ser irse de buena manera. Porque ya es momento, porque ya tenís un trabajo estable y la independencia económica suficiente como para vivir por ti misma. Es re duro tener que irte sin nada estable y por razones de fuerza mayor.

Ojalá que en un par de meses vuelva a leer esto con la vida un poco más arreglada; sintiendo que todo valió la pena.

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