Estamos tan acostumbrados a la honestidad que nos cuesta entender por qué hay que mentir tanto. Es como si fuera una necesidad para la gente. No se vive sin mentir.
Cuándo será el día en que se muera la pena,
yo camino, avanzo sin quiera esperar venganza,
yo quiero, amo, pero al mismo tiempo me desangro
y eso no es coherente.
No sé si cuando extrañamos a alguien extrañamos a las personas, los momentos con aquella persona o la manera en la que te sentías cuando compartías con esa persona. O las tres.
No sé cuanto falta ni qué estoy esperando para convencerme de que debo irme, de que no estoy en el lugar correcto, de que se puede empezar de nuevo con lejanía y aire para respirar.
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